24 de junio de 2007

RODELINDA - La magia de Händel


Ópera
Rodelinda, regina di Longobardi
de Georg Friedrich Händel
Con Claudia Pereira, Evelyn Ramírez, Jaime Caicompai, Vanesa Mautner, Gabriela Cipriani Zec, Norberto Marcos y Elenco.
Prensa: Patricia Casañas, Escenografía: Santiago Elder, Vestuario: Eduardo Lerchundi, Iluminación: Eli Sirlin. Orquesta de instrumentos originales.
Réggiseur: Ivan Alexandre, Director Musical: Juan Manuel Quintana
Teatro Avenida. Temporada 2007
Muy bueno

Como muchas de las cuarenta óperas escritas por el genial compositor alemán, naturalizado británico, Georg Friedrich Händel, es “Rodelinda, regina di Longobardi” no solo una obra plena de hallazgos vocales y terribles exigencias para los cantantes, sino también un profundo estudio de los vínculos humanos instalado en un contexto de aparente entretenimiento histórico.

Estrenada originalmente en Londres, en 1725, y rescatada para Buenos Aires por la asociación Buenos Aires Lírica, ubica la acción durante el 1600 y narra la historia del amor existente entre la protagonista y su derrocado y exiliado marido, Bertarido, rey de Lombardía y Milán atravesada de intrigas palaciegas generadas por el siniestro Garibaldo y por Grimoaldo, quien destronó, con la ayuda de su hermano Gundeberto, al rey y, tan solo en apariencia, lo asesinó. El tiempo demostrará que el esposo no está muerto y que Rodelinda le será fiel, hasta el fin de los días.

La música de Händel se percibe, además de con los oídos, con el alma. Es por eso que por momentos los asistentes a la representación en el teatro Avenida tuvieron la ocasión de trasladarse emocionalmente a los ambientes cortesanos en los que transcurre la acción.

El renombrado mundialmente violagambista argentino Juan Manuel Quintana demostró una vez más, como ya lo había hecho en ocasión de las representaciones de “Agrippina” y de “L΄incoronazione di Poppea”, ser uno de los más capacitados directores de orquesta al concertar, de manera sobresaliente, la riqueza de matices que tiene la partitura barroca. Su profundo conocimiento del estilo quedó plasmado en el desempeño de cantantes e instrumentistas.
Como Rodelinda, la soprano chilena Claudia Pereira tuvo una destacada intervención y supo solucionar con soltura y dramaticidad contenida las exigencias de un personaje complejo. La contralto Evelyn Ramírez, en el rol de Bertarido, arrancó lágrimas a la mayoría de los presentes, incluido éste cronista, cuando con una de las voces más dulces escuchadas en los últimos tiempos, entonó la bellísima aria “Dove sei?…”, compuesta por Händel en su época para el castrato Senesino. El tenor Jaime Caicompai sorteó de manera admirable sus arias de bravura al encarnar a Grimoaldo, y el barítono Norberto Marcos se lució en lo vocal, además de volver a mostrar su notable histrionismo escénico como el pérfido y ambicioso Garibaldo. Otro tanto sucedió con la intervención de la mezzo platense Gabriela Cipriani Zec, quien se distinguió como Unulfo, el secreto amigo de Bertarido.

La puesta de Iván Alexandre, tal vez demasiado sobrecargada en gestos, sacó partido de la estupenda recreación escenográfica de Santiago Elder compuesta por decorados pintados y del delicado vestuario de Eduardo Lerchundi.
En definitiva una experiencia de altísimo nivel que esperamos vuelva a repetirse con otros títulos barrocos y similares exigencias artísticas.

Jorge Montiel