LLEGARON LOS TURISTAS - Lúcida reflexión sobre el pasado
Foto: Alfa
LLEGARON LOS TURISTAS (Am Ende kommen Touristen, Alemania/2007)
Intérpretes: Alexander Fehling, Ryszard Roczewicki, Barbara Wysocka y elenco.
Dirección: Robert Talheim
Distribuidora: Alfa – Duración: 85 minutos - Apta para todo público
Calificación: MUY BUENA
En momentos en que el obispo lefebrista Richard Williamson –recientemente expulsado de nuestro país- agravia la memoria colectiva mundial al negar los terribles hechos que sesenta años atrás rodearon al Holocausto, este film implacable y riguroso, filmado de manera ascética, con actuaciones sutiles, actualiza y permite reflexionar sobre los acontecimientos de aquella época y su resonancia en el presente.
Su protagonista, el joven Sven (Alexander Fehling) vive en Alemania y está en una edad en la que debe optar entre cumplir con el servicio militar o el civil. Elige sin demasiada convicción y sin tener en cuenta razones políticas o sociales. El destino lo lleva hasta Polonia. Allí, en la tristemente célebre ciudad de Auschwitz, deberá realizar tareas en beneficio de la comunidad, cuidando al anciano Stanislaw Krzeminski (Ryszard Roczewicki), un ex recluso que nunca se retiró del campo de concentración, sobrevivió a la guerra y a los 85 años transcurre sus días arreglando las valijas destartaladas de los prisioneros judíos que se exponen en el museo local y exorciza su experiencia personal, al dar charlas, acerca del conflicto bélico mundial, a estudiantes cada vez más desentendidos de la historia alemana.
A medida que las semanas acontecen el muchacho irá acrecentando su desinterés hacia su labor, pero, gracias al amor que comienza a sentir por Ania (Barbara Wysocka), una joven guía, que abre sus ojos, descubrirá que detrás de la loable idea de recordar el pasado se ha montado una industria mercantilista en la que el paso por ese lugar horroroso es sólo un punto más a cumplir entre los destinos turísticos. Sven, conmovido por la realidad, terminará comprendiendo, respetando y ayudando al viejo cascarrabias.
La escena en la que los representantes de una empresa germana, tratan de homenajear a Krzeminski, permitiéndole pronunciar un discurso conmemorativo, pero al mismo tiempo lo apuran para que sus palabras sean breves porque durante el acto a cielo abierto comienza a llover, es sumamente significativa y transparenta una realidad inexorable; a pocos europeos contemporáneos parece preocuparles revisar el pasado.
Intérpretes: Alexander Fehling, Ryszard Roczewicki, Barbara Wysocka y elenco.
Dirección: Robert Talheim
Distribuidora: Alfa – Duración: 85 minutos - Apta para todo público
Calificación: MUY BUENA
En momentos en que el obispo lefebrista Richard Williamson –recientemente expulsado de nuestro país- agravia la memoria colectiva mundial al negar los terribles hechos que sesenta años atrás rodearon al Holocausto, este film implacable y riguroso, filmado de manera ascética, con actuaciones sutiles, actualiza y permite reflexionar sobre los acontecimientos de aquella época y su resonancia en el presente.
Su protagonista, el joven Sven (Alexander Fehling) vive en Alemania y está en una edad en la que debe optar entre cumplir con el servicio militar o el civil. Elige sin demasiada convicción y sin tener en cuenta razones políticas o sociales. El destino lo lleva hasta Polonia. Allí, en la tristemente célebre ciudad de Auschwitz, deberá realizar tareas en beneficio de la comunidad, cuidando al anciano Stanislaw Krzeminski (Ryszard Roczewicki), un ex recluso que nunca se retiró del campo de concentración, sobrevivió a la guerra y a los 85 años transcurre sus días arreglando las valijas destartaladas de los prisioneros judíos que se exponen en el museo local y exorciza su experiencia personal, al dar charlas, acerca del conflicto bélico mundial, a estudiantes cada vez más desentendidos de la historia alemana.
A medida que las semanas acontecen el muchacho irá acrecentando su desinterés hacia su labor, pero, gracias al amor que comienza a sentir por Ania (Barbara Wysocka), una joven guía, que abre sus ojos, descubrirá que detrás de la loable idea de recordar el pasado se ha montado una industria mercantilista en la que el paso por ese lugar horroroso es sólo un punto más a cumplir entre los destinos turísticos. Sven, conmovido por la realidad, terminará comprendiendo, respetando y ayudando al viejo cascarrabias.
La escena en la que los representantes de una empresa germana, tratan de homenajear a Krzeminski, permitiéndole pronunciar un discurso conmemorativo, pero al mismo tiempo lo apuran para que sus palabras sean breves porque durante el acto a cielo abierto comienza a llover, es sumamente significativa y transparenta una realidad inexorable; a pocos europeos contemporáneos parece preocuparles revisar el pasado.