3 de febrero de 2007

REQUIEM NUPCIAL - La novia que espera


Teatro
“Réquiem nupcial” Unipersonal de y por Marta Paccamici.
Prensa: Duche - Zarate, Diseño de luces: Carlos Werlen, Musicalización: Bruno Gallo, Fotografía: Claudio Borzone, Vestuario: Seedy González Paz.
Dramaturgia y Dirección: Marta Paccamici.
Teatro del Abasto. Temporada 2007.
BUENO

Como escapada de un cuadro de Botero, ataviada hasta el exceso, y al mismo tiempo, con cuidado refinamiento, una voluminosa novia espera la llegada de su prometido en el atrio donde quedara sellado el inminente matrimonio. El tiempo pasa inexorable y no hay señales del novio ni sus alianzas. Lejos de la desesperación, Adela parece intuir que es posible que el ausente Cacho no cumpla su promesa, pero también quiere creer que quizás apenas se encuentre demorado, o por lo menos, eso desea.

Dividida entre el amor, la resignación, y el despecho, incapaz de abandonar sus ornamentos, que la transforman en un estandarte viviente de la unión filial, y el lugar arquetípico donde debería quedar sellado ese vinculo, sobre todo, ante los ojos de la sociedad, Adela desgrana un bellísimo, delicado discurso unilateral cuyo entramado lo conforman poemas pertenecientes a Irene Gruss, Adelia Prado, Ivonne Bordelois, Fernando Pessoa y D. H. Lawrence.

Intérprete, dramaturgista y directora de este recomendable unipersonal, que ya lleva recorridos varias temporadas y salas de Buenos Aires, el interior y España, Marta Paccamici reafirma su talento actoral y su oído atento a la poesía sensible y no sensiblera en lo que bien subtitula como “Ceremonia poética”. Tiene a su favor, además del histrionismo y dominio corporal, una voz dulce, potente, impregnada de matices, que le permiten destilar humor, cierta ironía y una intensa emoción, cobijada por un elocuente marco escénico, donde los tules y las luces acentúan el apasionamiento, desolación e irrealidad de la protagonista.

En suma, un espectáculo valioso, que no busca el impacto ni la estridencia fácil, tampoco la burla grotesca o el edulcorado sonido de palabras amorosas; por el contrario, Paccamici invita gentilmente al espectador a reflexionar y tener la capacidad de preguntarse sobre sus afectos y accionar. Una oportunidad que en estos tiempos de acérrimo individualismo, no puede menos que agradecerse.